Priorizar las necesidades del colectivo de personas con enfermedad renal en medio de la campaña de vacunación contra la COVID-19

A medida que los ciudadanos españoles reciben una de las vacunas contra el COVID-19, muchos pacientes renales aún no pueden estar tranquilos. Tienen dudas sobre si las vacunas actuales son totalmente efectivas en pacientes trasplantados, lo que podría prolongar esta pandemia para ellos y quienes les cuidan.

A la luz de esta información, es necesario realizar una petición a nuestros responsables políticos para que se invierta en investigaciones que estudien cómo funcionan las vacunas entre nuestro colectivo, y que garanticen que las personas inmunodeprimidas estén protegidas contra covid-19 y futuras variantes.

COVID y salud renal

Este virus ya ha tenido un impacto devastador en nuestro colectivo. Los pacientes renales han sufrido tasas más altas de infección por COVID-19 (8,24% de las personas en diálisis o trasplantados) y tasas de mortalidad más elevadas (20% de las personas con enfermedad renal crónica afectadas) que la población en general, particularmente entre aquellos que habían recibido un trasplante, según el ultimo informe publicado por Registro COVID de la Sociedad Española de Nefrologia (S.E.N.). También estamos viendo que los sobrevivientes de COVID-19 tienen un mayor riesgo de lesión renal aguda, lo que puede aumentar las posibilidades de enfermedad renal crónica e insuficiencia renal.

Estos desafíos resaltan aún más la necesidad de una mayor inversión en investigaciones que mejoren nuestra comprensión de cómo COVID-19 afecta a la salud renal y para identificar a los pacientes que podrían estar en riesgo de enfermedad renal relacionada con la COVID-19.

Un llamamiento a la acción sobre vacunas

Con el objetivo de proteger a los pacientes renales de esta amenaza continua, es necesario solicitar a nuestros legisladores y responsables políticos que den prioridad a la investigación, la prevención y las actividades de salud pública con el fin de:

  • Mejorar nuestra comprensión del impacto de la COVID-19 en la salud renal;
  • Identificar a los sobrevivientes de la enfermedad COVID-19 que pueden no ser conscientes de su riesgo de enfermedad renal;
  • Asegurar la efectividad de futuras vacunas en pacientes inmunodeprimidos, y;
  • Priorizar a los pacientes renales para las vacunas de refuerzo, en caso de que ofrezcan la perspectiva de inmunidad adicional contra covid-19.

Tanto los riesgos que la COVID-19 representan para los pacientes renales como las preocupaciones sobre la eficacia de las vacunas en personas inmunodeprimidas subrayan la necesidad de que nuestros representantes políticos sigan priorizando al colectivo renal, especialmente cuando científicos y profesionales sanitarios empiezan a preguntarse quién necesitará vacunas de refuerzo y cuándo. Para ello es necesario el apoyo y colaboración del colectivo renal, afectados y familiares, y el liderazgo de entidades sociales de referencia dentro de la comunidad renal.

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